lunes, 9 de abril de 2012

La poesía desde mi escritorio



El vulgo dice muchas cosas, a veces con razón. Escuché que la luna es la compañía de los poetas y hace poco una amiga para hacerme saber de su soledad, me ha dicho que ella le hace compañía. La luna por lo tanto se convierte en sinónimo de soledad, claro, porque ella como todos los seres humanos estamos solos en medio de una constelación de otras formas y movimiento.

Lo curioso de esta reflexión es que la palabra poeta también tiene la percepción de soledad, pero más allá, también carga el significado de bohemio, de la buena vida, sibarita. Pero también tiene una relación significativa con el hombre vago, dejado, callejero, falto de disciplina, pobre, o al menos sin recursos, y que se busca la vida, de cabaret en cabaret.

Esta imagen del poeta se estableció desde al siglo XIX, cuando el arte mantuvo en la calle y en el olvido muchos importantes escritores y pintores en el París de inicios de siglo. Pero también fue promulgada por películas como “el lado oscuro del corazón” que relata la vida o la forma de vivir de Oliverio Girondo. Y lo refleja como un poeta callejero.

Cuando entré a estudiar Literatura, mi padre pensó sinceramente que esta era la desilusión más grande que podría ofrecerle, (claro que estaba equivocado, me había guardado algunas) Después gané un Concurso Nacional de Poesía, publique un libro, y fui reconocido en varios Festivales. Todas estas actividades, le parecieron a mi padre dignas de la vergüenza más grande. No solo que nunca asistió a las premiaciones sino que en privado todos sus comentarios al respecto fueron negativos. La poesía no debería existir… solo promueve la vagancia y la contemplación. Eso no es literatura, un montón de frases sin sentido. Una burla, etc. Por eso cuando se enteró de que Trastromer había ganado el premio Nobel de Literatura, empezó a dudar que los otros premios hayan sido acertados.

Sin embargo, este pensamiento no es de un hombre inculto, ni de una sociedad elemental, esta percepción sobre el arte lírico, es una visión generalizada por falta de información. Porque el poeta nunca pretende hacer propaganda ni contar como se convierte en artista de las letras.

La poesía es sin duda alguna, la forma más evolucionada de la literatura. Muchos narradores y novelistas, dirán lo contrario, por supuesto. Y llegar a ser un poeta con una propuesta transparente y digna de ser considerada, no puede ser casualidad. De hecho, han existido personajes geniales, que han logrado romper con las propuestas en cada época como Arthur Rimbaud, caso único y particular, no entra a formar parte de la regla sino de la excepción.

Las épocas poéticas son claras y definidas, algunos que han vivido mas y otros un poco menos, alargan o acortan la mixtura que existe en las rupturas. Y siempre la poesía, como todas las artes es un reflejo de la sociedad de cada época. Por ello, un poeta que escriba con gongorismos, en el siglo XXI o quizás un romántico bequeriano serán considerados poetas que no cuajan dentro de una propuesta que represente al movimiento social contemporáneo.

La búsqueda que realizan los críticos y los lectores, siempre será una lectura de todas las propuestas que nos hablen de nuestra realidad. Y de los cuestionamientos que la sociedad tiene es esta época. Por supuesto, las visiones, temas, y concepciones de lo escrito será de absoluta libertad del poeta. He visto por ejemplo muchos ejemplos de mujeres que por tratar de cargar con la bandera de la lucha que reclama igualdades de género, se rasgan las vestiduras, cantando poemas vaginales. Particularmente este tipo de poesía no me satisface.

También he visto poetas que tratan de escarbar en las fosas eternas de la suciedad y arrastrarse por cloacas en búsqueda de palabras nuevas que permitan demostrar la sociedad vil, y usan palabras como puta, culo, mierda o verga, con desparpajo dejando a la poesía en un enjambre de olores nauseabundos. Esta realidad también existe, sin embargo estos extremos no son poéticos, si no se sabe manejar las palabras.

En poesía y en literatura, las palabras no significan lo que dicen que son. El poeta tiene que re significar el idioma escrito. De hecho no existen malas palabras, porque todas estas se encuentran en el diccionario, y forman parte de nuestro léxico. El problema es el mal uso que se les da a las llamadas “malas palabras”. Ahora recuerdo que yo mismo utilicé la maravillosa palabra “puta” dos veces en el poema que fue premiado en el 2012. Porque esta palabra tiene muchos sentidos, virtudes, conocimientos de la vida, del sexo. La palabra en si reúne en dos golpes de voz un sentimiento de injusticia, de reclamo, de taberna y de mundos bajos. Pero también se refiere a la mujer, a todas las mujeres, a los estados hipnóticos del acceso al vientre, etc. Se puede fácilmente escribir un ensayo sobre esta palabra en la poesía.

Finalmente quiero referirme a la poesía que realmente me conmueve. Puedo nombrar un sinnúmero de poetas contemporáneos, pero al hacerlo no me perdonaría dejar de lado a alguno que desde mi punto de vista sea magistral. Veo por ejemplo la poesía actual argentina, chilena y peruana, cada una con características definidas, y nombro los países a pesar de que las fronteras no son definitorias. Pero para poder determinar qué poesía es la que me llega, me llena o me identifico con ella, he tenido que leer mucho hasta encontrarme con algún tesoro. Como un minero que tiene que escarbar con pala montañas de material hasta encontrar con el paso de los años una veta. Por supuesto uno puede distraerse hasta entonces con las vetas ya descubiertas por otros. Miguel Hernández, debería ser un libro de cabecera. Benedetti por supuesto, pero no quiero hablar de los halcones sino de las hormigas. Entonces me encuentro con poetas refundidos en sus círculos que nunca serán reconocidos. Poetas que son lectores incansables, y también hay de los otros, es decir lectores que quieren ser poetas. Estos deben aceptar que son grandes lectores. Y es que hay una diferencia muy clara y es la inmersión en el pantano. Alguien tiene que meterse adentro, ensuciarse y revolcarse en el fango, a extraer las palabras para que otros las lean. Y ese, solo es el poeta.