martes, 23 de abril de 2013

Arcilla de cuerpo entero
Marcos Rivadeneira


Con arcilla roja las formas de avenida
las curvas airosas
con arcilla moldeada Eva
y las costillas
con barbotina vaciada en el molde
gris de las dudas
hierro fundido sobre los deseos
magros pensamientos
duendes y diablos enmascarados
la férvida fiesta
de la vida

lunes, 8 de abril de 2013


Me urge
Marcos Rivadeneira




Me urge
el refugio de tus manos
cuando los cadáveres rebosan el noticiero

Me urge tu boca armónica
cuando la tarde oscurece el huerto
y los árboles estremecen las desprendidas hojas

Me urge tu cabello
sobre el rostro húmedo indiferente
cabello de viento que galopa en el sentido de los pájaros

Me urge el aliento de la lujuria
ese ángel incendiado en las lúgubres estepas
los sueños alquilados y desposeídos

Me apura la mirada oblicua
atravesada
distraída
y confidente

Me apura el caminar cansino del empedrado
cruzar los ríos sumergido hasta la cintura
o el flujo de la mazamorra del inconsciente colectivo

Me apuran los cadáveres
(ya lo dije)
los cuerpos desarticulados
los olvidados, los arrastrados,
los muertos como perros
atropellados
ametrallados en media calle

Por eso me urge tu pecho
que conforta las diatribas
del pensamiento oblicuo
perspicaz
descarnado
que me atormenta

tormenta
mañana habrá tormenta…
toma mi mano

lunes, 1 de abril de 2013

La rubia linda y el maricón de mierda.


Marcos Rivadeneira S.


Perdón porque la educación que damos a nuestros hijos es la misma limitada, sarcástica, machista y abusiva que recibimos nosotros mismos en nuestras escuelas y en nuestras casas. La burla del feo, del cuatrojos, del narizón, del enano, del maricón de mierda, del gordo asqueroso, de la puta, de la fácil, de la reinita, de la rubia linda, del longo sucio, de la negra del montón, del matón, del loco y del comunista o capitalista solapado que habitan en esta sociedad mediocre en donde estamos acostumbrados a encasillar y despreciar.

Perdón porque inevitablemente volveremos a idiotizarnos con la monotonía en busca de ganar dinero para pagar las deudas, de obnubilarnos con la televisión y el futbol y porque inevitablemente seguiremos haciendo el amor sin amor.

Perdón por este mundo que dejamos medio gastado, bastante desteñido, superpoblado y desértico, sin importarnos si desaparece o no una especie en extinción.

Perdón por los animales atropellados, por los gatos que se van de la casa a morir en otros tejados, por los perros arrumados en los bordes de las avenidas muertos con las patas arriba y el vientre destrozado.

Perdón por el ganado que debemos faenar para satisfacer los deseos sibaritas y no haber podido evolucionar y superar el animal carnívoro, depredador y asesino que llevamos dentro.

Perdón por las clínicas fanáticas que curan la homosexualidad, perdón por los neonazis asesinos y por todos los extremistas, que no son lo suficientemente tolerantes con el prójimo.

Perdón por haber creado la palabra y el concepto de “normal”, que es una aberración discriminatoria.

Perdón por las farmacéuticas abusivas, insensibles, incorregibles por la producción de armas que buscan producir guerras entre los pueblos para enriquecerse con su venta, someter a los débiles y aprovecharse de sus recursos, por las fábricas de cosméticos que nos venden ilusiones.

Perdón por los 24.000 seres humanos que mueren de hambre y desnutrición cada día, perdón por los 18.000 niños que no tuvieron ninguna posibilidad de darse cuenta que estaban dentro de esta estadística.

Perdón por los niños que mueren de sida. Mientras el mundo se consuela en oraciones y peticiones a un Dios creado a nuestra imagen y semejanza: sexista, opresor y homofóbico.

Perdón por pasarnos la vida preocupados por los centros comerciales, los escaparates con maniquíes de curvas perfectas, de la tarjeta de crédito, de la cédula de identidad, del pasaporte y la visa a los Estado Unidos. Por el cansancio diario, que no nos permite abrazar a los hijos antes de hipnotizarnos con la televisión, el internet o los juegos de video.

Perdón por las comidas congeladas, por la chatarra grasienta, por los infartos consecuentes.

Perdón por los abortos permanentes, las clínicas ilegales, los procedimientos inmorales, las mentiras autorizadas para el bienestar social.

Perdón por el desamor, deshumanización permanente, por los sicarios, por los relegados que son empujados a convertirse en ladrones, criminales y abusadores. Perdón por esta sociedad reproductora de criminales.

Perdón por los árboles talados, por la deforestación, por la erosión del planeta. Por las casas de madera, por la leña, por los hermosos muebles, por los embalajes para transporte, por las fábricas de papel.

Perdón porque hemos matado a los visionarios, los hemos crucificado, perseguidos con ejércitos en la selva, asesinados en el Edificio Dakota o bombardeando la Casa de la Moneda o en cualquier otro lugar donde se genere conciencia social.

Perdón por este texto que abre los ojos, indispone, molesta y no cambiará nada en nuestras vidas.